Sigue la máxima de la tolerancia. Esta máxima nos enseña a soportar con paciencia a aquellas personas cuyas opiniones no compartimos. Puede darse el caso de gente que hable mal de nosotros, y que la oigamos, incluso que nos maravillemos de lo que hagan sin un criterio suficientemente formado.
Los que ofenden así al prójimo no han hallado aun la armonía en si mismos ni en sus relaciones con el mundo exterior. tal vez sea un mal necesario para desempeñar su papel en el sendero kármico de esta vida.El que habla mal de otros se expone siempre a un peligro físico, a padecimientos corporales ,lo cual lleva consigo una dura pero provechosa lección.
A las las personas se nos presentan múltiples oportunidades de ejercitar la paciencia y la comprensión y no condenar a quienes piensa de modo distinto.
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